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ahora sea en estado perfecto, ahora en menos perfecto, aunque sean de parte de Dios, no
las ha el alma de querer admitir, por dos cosas:
La una porque él, como habemos dicho, hace en el alma su efecto, sin que ella sea parte
para impedirlo, aunque impida y pueda impedir la visión, lo cual acaece muchas veces. Y,
por consiguiente, aquel efecto que había de causar en el alma mucho más se le comunica
en sustancia, aunque no sea en aquella manera. Porque, como también dijimos, el alma no
puede impedir los bienes que Dios le quiere comunicar, ni es parte para ello, si no es con
alguna imperfección y propiedad. Y en renunciar estas cosas con humildad y recelo, ninguna
imperfección ni propiedad hay.
La segunda es por librarse del peligro y trabajo que hay en discernir las malas de las
buenas, y conocer si es ángel de luz o de tinieblas (2 Cor. 11, 14); en que no hay provecho
ninguno, sino gastar tiempo y embarazar el alma con aquello y ponerse en ocasiones de
muchas imperfecciones y de no ir adelante, no poniendo el alma en lo que hace al caso,
desembarazándola de menudencias de aprehensiones e inteligencias particulares según
queda dicho de las visiones corporales y de éstas se dirá más adelante.
8. Y esto se crea: que si Nuestro Señor no hubiese de llevar el alma al modo de la misma
alma, como aquí diremos, nunca le comunicaría la abundancia de su espíritu por esos
arcaduces tan angostos de formas y figuras y particulares inteligencias, por medio de las
cuales da el sustento al alma por meajas. Que por eso dijo David (Sal. 147, 17): Mitit
crystallum suam sicut buccellas; que es tanto como decir: Envía su sabiduría a las almas
como a bocados. Lo cual es harto de doler que, teniendo el alma capacidad infinita, la anden
dando a comer por bocados del sentido, por su poco espíritu e inhabilidad sensual. Y por eso
también a san Pablo le daba pena esta poca disposición y pequeñez para recibir el espíritu,
cuando, escribiendo a los de Corinto (1 Cor. 3, 1n2), dijo: Yo, hermanos, como viniese a
vosotros, no os pude hablar como a espirituales, sino como a carnales; porque no pudisteis
recibirlo, ni tampoco ahora podéis. Tamquam parvulis in Christo lac potum vobis dedi, non
escam, esto es: Como a pequeñuelos en Cristo os di a beber leche y no a comer manjar
sólido.
9. Resta, pues, ahora saber que el alma no ha de poner los ojos en aquella corteza de
figuras y objeto que se le pone de delante sobrenaturalmente, ahora sea acerca del sentido
exterior, como son locuciones y palabras al oído y visiones de santos a los ojos, y
resplandores hermosos, y olores a las narices, y gustos y suavidades en el paladar, y otros
deleites en el tacto, que suelen proceder del espíritu, lo cual es más ordinario a los
espirituales; ni tampoco los ha de poner en cualesquier visiones del sentido interior, cuales
son las imaginarias; antes renunciarlas todas. Sólo ha de poner los ojos en aquel buen
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espíritu que causan, procurando conservarle en obrar y poner por ejercicio lo que es de
servicio de Dios ordenadamente, sin advertencia de aquellas representaciones ni de querer
algún gusto sensible. Y así, se toma de estas cosas sólo lo que Dios pretende y quiere, que
es el espíritu de devoción, pues que no las da para otro fin principal; y se deja lo que él
dejaría de dar, si se pudiese recibir en el espíritu sin ello (como habemos dicho, que es el
ejercicio y aprehensión del sentido).
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CAPÍTULO 18
Que trata del daño que algunos maestros espirituales pueden hacer a las almas por no las
llevar con buen estilo acerca de las dichas visiones. Y dice también cómo, aunque sean de
Dios, se pueden en ellas engañar.
1. No podemos en esta materia de visiones ser tan breves como querríamos, por lo mucho
que acerca de ellas hay que decir. Aunque en sustancia queda dicho lo que hace al caso
para dar a entender al espiritual cómo se ha de haber acerca de las dichas visiones, y al
maestro que le gobierna el modo que ha de tener con el discípulo, no será demasiado
particularizar más un poco esta doctrina y dar más luz del daño que se puede seguir, así a [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ] - zanotowane.pl
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